Ahí estaba esa pequeña chica, perdida y sin rumbo alguno, en manos del destino, sin confianza para seguir sola, sin fuerzas para depender de la paciencia. Siempre se sentaba a esperar a que las cosas llegasen o iba en busca de ellas, las encontraba o todo llegaba de repente y cuando se encontraba en lo más alto, siempre había algo que hacía que todo se fuera abajo como un edificio que antes de terminarse se derrumba. Y así siempre, lo vuelve a reconstruir pero un simple error lo destroza todo y es porque algo está haciendo mal...
Y es cuando me llego a dar cuenta, desde hacía ya muy pequeña del mismo error cometido tantos años, tengo que coger esa piedra que estorba y tirarla al mar, ha estado ahí mucho tiempo.
Así es como ella ya no para de sonreír, que agradece cada detalle bueno que llega a su vida como lo hacía antes, lo malo ya no le importa, cambió su forma de pensar, volvió a recordar cómo era antes, su antigua personalidad ya que había cambiado y ahora es feliz, siendo como ha sido siempre pero lo llevaba dentro, su verdadero yo. Porque la gente cambia con el tiempo pero por dentro siempre siguen siendo lo que alguna vez fueron. Ahora es cuando lo ve todo con otros ojos, disfrutando de cada momento, de cada segundo, de cada persona que le da su cariño y confianza, regalando abrazos y sonrisas, secando lágrimas y dejándolas de derramar. Una lista de sueños, unos cumplidos, otros no, este es uno, deseó volver a ver la vida como la veía antes, intentando cumplir cada una de sus metas, tachemos este deseo porque por fin se cumplió, por fin ha vuelto a ser esa pequeña chica que desde un día no volvió a ser la misma. Este es el momento en el que se ha dado cuenta de que siempre ha estado ahí, solo se ha escondido, ¿por miedo o por querer ser otra persona, cambiar? No lo sé, pero ahora ella es feliz, ahora sí que lo es, otra vez.